Aquí empieza la historia...



Nací del barro. Moldeado, estrujado, apretado... Cocido.

Y cuando me quieren poner en un edificio, acaso me preguntan qué sueño o qué quiero ser...

1 comentario:

Miguel Carrión dijo...

Ya era hora de que alguien mirara por los sentimientos del pobre ladrillo.
Algunos tienen suerte y acaban formando parte de grandes obras mundialmente conocidas, pero otros... pobres mios, se ven abocados a la más triste de las existencias en edificios carentes de toda belleza.
Está bien que alguien les dedique un momento y un espacio.
Un abrazo
Migue